¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

¿Qué se dicen los mayas de esta vasija?

sábado, 30 de enero de 2016

OTRA NOVELA

Alianza Editorial anuncia ya la próxima publicación de mi cuarta novela, titulada El lugar de la quietud. Para marzo estará en las librerías. Tal vez sea el texto más polémico que nunca he escrito, pues hago un recorrido por muchas de mis experiencias americanas, como arqueólogo y como viajero, y, claro, a veces esas experiencias no fueron ni positivas ni felices. Aunque ahora, tantos años después, todas me parecen entrañables y dignas de recuerdo y estima en el archivo de la memoria. Quizás arreglo cuentas también con lo que ha sido una parte sustancial de mi vida, la relación con mi centro de trabajo, mi "alma mater", la Universidad Complutense, a la que debo tanto magníficos días como deplorables actos y feísimos momentos. Por supuesto, se trata de una novela, por tanto, un invento, pura ficción, pero si es cierto que ningún escritor puede sustraerse a la proyección de una parte de sus sentimientos, de su alma, en sus creaciones, por muy novelescas que sean, en este caso sucede así de forma deliberada. Espero que nadie se ofenda, ni en España ni en México, porque he imaginado, fantaseado, sobre una realidad modelada en mi mente hace tiempo y que no es sino pretexto para poner por escrito lo que ahora siento, cuando ya estoy jubilado y poco espero de la arqueología ni de la gente. Será bueno el experimento si logro transmitir ese punto de intimidad y realismo.

lunes, 13 de julio de 2015

LIBRO SINGULAR

Mi querida amiga, Virginia Miller, con quien estuve hace poco en Madrid, me manda desde Chicago un libro de Carolyn Tate de título Reconsidering Olmec Visual Culture. La obra, que aún no he visto con detenimiento, aborda la interpretación de algunos de los iconos principales de la cultura olmeca con un talante de exploración inteligente. Es bien difícil, cuando se carece de textos o de manifestaciones escritas de tipo etnohistórico, penetrar los arcanos de muchas de las realizaciones artísticas. Los olmecas arqueológicos son un ejemplo puntero de esta deficiencia, como lo serían, por ejemplo, muchos pueblos africanos sin el testimonio ineludible de los colonizadores europeos y de los antropólogos posteriores. Yo confío en la cautela y la brillantez de Carolyn Tate, famosa sobre todo por su excelente libro sobre Yaxchilán. La conocí en la ya lejana fecha de 1984, en un congreso en México D.F., mientras soportaba la bronca y la destemplanza grosera del pseudoarqueólogo Roberto García Moll (creo que así se llama). De inmediato me solidaricé con ella, porque, además de ser víctima de un zafio ataque injusto, había presentado una magnífica comunicación al congreso. Por tanto, incluso antes de leerlo, estoy seguro de que el libro será importante y que aportará ideas originales para una mejor comprensión de la fascinante cultura olmeca.

martes, 9 de diciembre de 2014

LA RISA DE IXMUKANÉ

En estos días llega a las librerías mi último libro, publicado por la editorial Miraguano y titulado La risa de Ixmukané. Cualquier lector del Popol Vuh, ese maravilloso poema mitológico maya, sabe que Ixmukané es la abuela de los gemelos divinos, el par de dioses que se convertirán en el sol y la luna. Cuando preparé mi versión del Popol Vuh, que sacó al público la editorial Trotta, hubo un episodio que llamó mi atención, cuando la anciana diosa de la tierra, la vieja hechicera, suelta sonoras carcajadas al ver a sus queridos nietos, hermanastros de los anteriores, transformados en monos que dan saltos y gesticulan delante de ella. Supe que ese acontecimiento poseía un profundo valor simbólico y decidí indagar en él con detenimiento. Esa indagación llega ahora a su fin, y el resultado es este libro en el que abordo el fenómeno de la risa en diferentes culturas y momentos cronológicos. Aunque las conclusiones que alcanzo no pueden ser definitivas, sí creo haber desbrozado bastante el camino en la tarea de estudiar los casos de jovialidad muy expresiva y plantear una hipótesis sólida sobre tal manifestación antropológica. Es una modesta aportación, desde el lado de los mayas, a la bibliografía sobre la risa y a los muchos casos artísticos en que la risa muestra su poderosa proyección en el desarrollo del relato o el mito.

martes, 2 de diciembre de 2014

NOTICIAS DE GUATEMALA

El otro día estuvieron en mi casa mis amigos Cristina Vidal y Gaspar Muñoz. Durante un largo y muy agradable rato me enseñaron con un ordenador los últimos descubrimientos que habían hecho en La Blanca y Chilonché, los sitios de El Petén donde llevan trabajando ya bastantes años. En La Blanca llamó mi atención el estupendo friso hallado en un edificio: una representación en piedra y estuco semejante a los mascarones de fachada de otros lugares. Dimos vueltas respecto a la interpretación de varias de las características de esa obra, motivos de dudosa adscripción y difícil comparación. Es curioso, a pesar de que la decoración con máscaras o mascarones es un rasgo muy extendido de la arquitectura maya monumental, sobre todo en el Preclásico y el Clásico Temprano, todavía aparecen relieves que son únicos o casi únicos, según esa inveterada costumbre maya de dotar a las ciudades de una personalidad exclusiva, aun siendo parte de la misma tradición que otras muchas. Ciertamente, aquí hay que tener en cuenta los vericuetos y las variables de esa tradición, las adaptaciones locales o regionales, los distintos cultos y ritos. Para mí tales obras son expresiones de ideas cosmológicas teñidas de matices políticos; o, dicho de otra manera, testimonios del aprovechamiento con fines políticos y dinásticos de la ideología religiosa y la cosmovisión.
En Chilonché hay una escultura monumental casi de bulto en un edificio. Parece un animal mitológico, quizás relacionado con el estrato acuático del mundo. Un trabajo impresionante y muy expresivo.
Felizmente, los españoles siguen, con esfuerzo y penurias, manteniendo un alto nivel de calidad en sus excavaciones en América. Ojalá que dure mucho tiempo.

jueves, 24 de julio de 2014

¿Para qué sirve escribir?

Si hago un recorrido rápido en mi ya no tan lúcida memoria veo que mi vida ha tenido como momentos culminantes aquellos en los que he estado en el campo excavando y los que me sorprendieron en mi mesa de trabajo urdiendo un artículo o un libro. Por supuesto, quedan como relámpagos gloriosos ciertos conciertos de música, una docena de óperas, una veintena de exposiciones de pintura y las pisadas sobre cuatro o cinco ciudades y lugares que han alimentado mi fantasía desde que tengo uso de razón. Y el cine, a menudo, sin embargo, bastante horrendo. Una buena vida, pues, un balance claramente positivo, ya que he excavado mucho y he escrito mucho. Deduzco que escribir es un acto de autoafirmación, de desahogo, de realización personal, de ejercicio intelectual placentero, tanto si escribes de arqueología o matemáticas como si haces estrictamente literatura. Es probable que, después de diez mil años de tales prácticas escriturarias, escribir haya pasado a ser algo semejante a un instinto básico acurrucado en cualquier ignoto gen; no todo el mundo logra despertarlo, o saca de él tanto partido, pero quien lo ejecuta, quien lo pone sobre los días y las noches, es ya un adicto irremediable. No es importante que te lean, aunque eso halaga nuestro ego, cosa siempre apetecible e incluso saludable. Por eso yo animo siempre a mis lectores a que me digan qué les ha parecido mi escritura, por ejemplo, últimamente las tres novelas de Alianza. Sean buenas o malas, las reseñas o críticas son invariablemente piropos a los escritores.

viernes, 28 de marzo de 2014

La magia y los mayas

Si uno lee con detenimiento el Popol Vuh se da cuenta en seguida de que la violencia allí contenida no tiene nada que ver con la guerra, con el belicismo armado, con la organización de ejércitos ni nada parecido. Una civilización tan acostumbrada a guerrear debía haber dejado un libro mitológico donde la guerra, o sus hábitos y ademanes colaterales, estuvieran muy presentes. Sucede así en otros grandes compendios, como el Ramayana o la misma Biblia. No en el caso maya, solamente en el Rabinal Achí, que es un texto periférico y tardío, y tampoco como cuestión medular. Ciertamente, el Popol Vuh es igualmente periférico y tardío, pero su profundidad temporal está bien demostrada mediante los objetos arqueológicos, hasta del Preclásico, que contienen escenas del mito. Lo que el Popol Vuh presenta es una violencia generada y rodeada por la magia. Podría decirse incluso que ese documento cosmogónico es un tratado de magia; en el tiempo del origen, in illo tempore, los héroes no esgrimen las lanzas y no se enfrentan en cruentos combates, sencillamente recurren a la magia. ¿Será que los mayas antiguos eran realmente, antes que un pueblo guerrero, un pueblo con mentalidad mágica, que vivía en un mundo plagado de resortes mágicos?

miércoles, 19 de febrero de 2014

LAS ESCALERAS

Un rasgo muy interesante de la cultura maya, presente en numerosas ciudades del norte y del sur de la península de Yucatán, es el de las escaleras decoradas con textos jeroglíficos. Lo primero que me apetece preguntarme es la razón de la abundancia de escaleras en los centros urbanos: ¿no les resultaba incómodo, incluso impracticable en ocasiones, tanto subir y bajar? Es indudable que los mayas estaban interesados en reproducir en la traza de las ciudades la irregularidad del terreno salvaje; la ciudad era un trasunto del mundo, y de igual manera que contenía reproducciones de las montañas (las pirámides), tenía reproducciones de los mares (algunas plazas o patios), y, por supuesto, de los contornos topográficos. Así se hacía "cultural" la naturaleza y el universo. A los incas les entusiasmaba trabajar los grandes afloramientos rocosos, regularizándolos, geometrizándolos; a los mayas les ocurría igual con los desniveles, les encantaba salvarlos con escaleras. No en vano Ceram dejó hace muchos años un título para la posteridad cuando se refería a Mesoamérica en su famoso libro de divulgación: El libro de las escaleras. Y ahí aparecen las inscripciones, que, indudablemente, se relacionan con la actitud de pasar de un nivel a otro, de ascender (cuando se desciende no se pueden ver, están en el peralte). Obviamente, esas inscripciones, como las restantes, exaltan casi siempre a los gobernantes, pero colocadas de esa manera, en Dos Pilas, en Dzibanché o en Oxkintok (donde yo tuve ocasión de excavar una de ellas), acercan a los que las superan a las alturas de la sacralidad o el poder, presentes invariablemente más allá. Una constante que se puede comparar con otros contextos de la Antigüedad mundial.